En un principio, los seres humanos vivíamos en el Paraíso Terrenal, en el antiguo continente de la Lemuria, no existía el dolor, el sufrimiento, las enfermedades, las guerras, etc. Todo era amor, felicidad y era cuando corrían ríos de leche y miel.
Pero desobedecimos la orden de Jehová de no comer el fruto prohibido, caímos en la tentación, cometimos el pecado original y fue entonces cuando fuimos expulsados de aquel paraíso; quedamos desnudos y ciegos (espiritualmente), sometidos por la Ley del Karma a una cadena de muertes y nacimientos y en las tinieblas del NO-SER.
Esas tinieblas son nuestros defectos o "yoes" de tipo psicológico (ira, orgullo, lujuria, codicia, gula, pereza, envidia) que se manifiestan inconscientemente a través de nuestras formas equivocadas de pensar, sentir y actuar.
Como son múltiples defectos, (cada defecto es como una persona dentro de nosotros mismos) esto hace que de momento en momento, seamos personas diferentes y por lo tanto llenos de terribles contradicciones.
Así, por un momento sentimos amor por una mujer y en otro momento la despreciamos o sentimos odio; por un momento deseamos algo, pero al obtenerlo no nos interesa.
En un instante somos apacibles y en otro momento nos tornamos violentos, etc., etc.
Esos "yoes" o defectos al procesarse en nosotros, nos roban nuestras energías con sus estallidos de ira, sus manifestaciones de lujuria, codicia, etc. y son los mismos mercaderes que el Cristo sacó del Templo a latigazos (el látigo simboliza la voluntad consciente).
Es por todo esto, que el auto-conocimiento necesariamente comienza con una rigurosa observación de "sí mismo" ya que en otra forma sería imposible eliminar "yoes" o defectos que no conocemos y lo que es peor, muchas veces no aceptamos tener.
Esto de auto-observase exige por lo tanto un esfuerzo muy particular de cada uno de nosotros. ES UN TRABAJO PERSONAL. Ningún ser humano puede hacer este trabajo por nosotros.
Solo a través de una rigurosa observación psicológica de "sí mismo", podemos evidenciar la tremenda realidad de que no somos uno, una misma persona; sino que a través de la inconsciencia de nuestra máquina humana se manifiestan muchos defectos o "yoes"-personas.
La base del trabajo espiritual, del auto-conocimiento, comienza con una rigurosa observación de "sí mismo".
AMIGOS: Rehuir el trabajo de la auto-observación o buscarle evasivas, es signo inconfundible de degeneración, o sea, no se puede generar el hombre nuevo y la conciencia a través de esa persona.
La transformación psicológica, es una posibilidad definida que se pierde cuando no trabajamos sobre "sí mismos".
Cuando una persona comienza a observarse detenidamente a "sí mismo", a observar sus pensamientos, sentimientos, etc., es porque ha iniciado un trabajo serio sobre su naturaleza interior y más adelante comprenderá ese lema de la sabiduría antigua: "Cambia la naturaleza y hallarás lo que buscas"
Pero desobedecimos la orden de Jehová de no comer el fruto prohibido, caímos en la tentación, cometimos el pecado original y fue entonces cuando fuimos expulsados de aquel paraíso; quedamos desnudos y ciegos (espiritualmente), sometidos por la Ley del Karma a una cadena de muertes y nacimientos y en las tinieblas del NO-SER.
Esas tinieblas son nuestros defectos o "yoes" de tipo psicológico (ira, orgullo, lujuria, codicia, gula, pereza, envidia) que se manifiestan inconscientemente a través de nuestras formas equivocadas de pensar, sentir y actuar.
Como son múltiples defectos, (cada defecto es como una persona dentro de nosotros mismos) esto hace que de momento en momento, seamos personas diferentes y por lo tanto llenos de terribles contradicciones.
Así, por un momento sentimos amor por una mujer y en otro momento la despreciamos o sentimos odio; por un momento deseamos algo, pero al obtenerlo no nos interesa.
En un instante somos apacibles y en otro momento nos tornamos violentos, etc., etc.
Esos "yoes" o defectos al procesarse en nosotros, nos roban nuestras energías con sus estallidos de ira, sus manifestaciones de lujuria, codicia, etc. y son los mismos mercaderes que el Cristo sacó del Templo a latigazos (el látigo simboliza la voluntad consciente).
Es por todo esto, que el auto-conocimiento necesariamente comienza con una rigurosa observación de "sí mismo" ya que en otra forma sería imposible eliminar "yoes" o defectos que no conocemos y lo que es peor, muchas veces no aceptamos tener.
Esto de auto-observase exige por lo tanto un esfuerzo muy particular de cada uno de nosotros. ES UN TRABAJO PERSONAL. Ningún ser humano puede hacer este trabajo por nosotros.
Solo a través de una rigurosa observación psicológica de "sí mismo", podemos evidenciar la tremenda realidad de que no somos uno, una misma persona; sino que a través de la inconsciencia de nuestra máquina humana se manifiestan muchos defectos o "yoes"-personas.
La base del trabajo espiritual, del auto-conocimiento, comienza con una rigurosa observación de "sí mismo".
AMIGOS: Rehuir el trabajo de la auto-observación o buscarle evasivas, es signo inconfundible de degeneración, o sea, no se puede generar el hombre nuevo y la conciencia a través de esa persona.
La transformación psicológica, es una posibilidad definida que se pierde cuando no trabajamos sobre "sí mismos".
Cuando una persona comienza a observarse detenidamente a "sí mismo", a observar sus pensamientos, sentimientos, etc., es porque ha iniciado un trabajo serio sobre su naturaleza interior y más adelante comprenderá ese lema de la sabiduría antigua: "Cambia la naturaleza y hallarás lo que buscas"
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