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ley de la Recurrencia.

La palabra recurrencia significa "volver a ocurrir", en virtud de esta ley, todo en la vida del ser humano tiende a repetirse tal y como sucedió en la vida anterior.


Se repetirán los mismos amores, las mismas disputas, las mismas separaciones, los mismos amigos y enemigos. Por esto decimos que la vida de cada ser humano es como una película.
Al morir, nos llevamos esa película para la eternidad, para revivirla en forma retrospectiva, para revivirla en el juicio que se le realiza a nuestra ALMA en el plano ASTRAL, luego al retornar en un nuevo cuerpo físico, proyectamos y repetimos la película de la vida sobre el tapete de la existencia.

En los Evangelios, San Pablo nos dice: "Es necesario que muera el hombre viejo y nazca el hombre nuevo".El hombre viejo son todos esos hábitos, costumbres, mecanicidades y defectos. El hombre nuevo es el CRISTO en cada uno de nosotros.

Recordemos que Cristo y Jesús son dos términos diferentes. Cristo es el hijo de Dios.
Jesús es el más grande Maestro que ha venido a la Tierra, encarnó al Cristo; desde ese momento pasó a ser Jesucristo.

Cuando nos transformamos nace dentro de nosotros el Cristo y entonces nos convertimos en Maestros de sabiduría.
En la Biblia el Cristo y los apóstoles nos invitan a un nacimiento segundo y a una real transformación. Es por esto, que si no conocemos y eliminamos los defectos, todo nuestro sufrimiento volverá a repetirse en la próxima existencia.

La LEY DE LA RECURRENCIA es una de las 48 leyes que rigen a la naturaleza humana.
Esta ley se encuentra explicada en el primer capítulo del Eclesiastés: "¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene, mas la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará y nada hay nuevo debajo del sol.(Todo se vuelve a repetir). Hay algo de que se pueda decir: ¿He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió ni tampoco de lo que sucederá, habrá memoria en los que serán después..." (Nuevas vidas).

Entregamos a continuación una enseñanza, en donde a través de una experiencia personal se nos explica claramente las leyes del Retorno, Recurrencia y su íntima relación con la ley del Karma:

"Me viene a la memoria en estos instantes, escenas de una pasada reencarnación mía en la edad media. Vivía en Austria de acuerdo con las costumbres de la época, era miembro de una ilustre familia de rancia aristocracia. En aquella edad mis gentes, mi estirpe, presumían demasiado con aquello de la sangre azul, los difíciles ascendientes y notables abolengos. Hasta pena me da confesarlo, pero, y eso es lo grave, yo también estaba metido entre esa botella de prejuicios sociales ¡cosas de la época! Un día cualquiera, no importa cual, una hermana mía se enamoró de un hombre muy pobre, y es claro, esto fue el escándalo del siglo; las damas de la nobleza y sus necios caballeretes, pisaverdes, currucatos, lechuginos y gomosos, desollaron vivo al prójimo, hicieron escarnio de la infeliz. Decían que ella había manchado el honor de la familia, que habría podido casarse mejor, etc."

"No tardó en quedar viuda la pobre, y como resultado de su amor, es claro, quedó un niño. ¿Y si hubiera querido regresar al seno de la familia? Empero, no era posible, ella conocía demasiado la lengua viperina de las damas elegantes, sus fastidiosos contrapuntos, sus desaires, y prefirió la vida independiente".

"¿Qué yo ayudé a la viuda? Sería absurdo negarlo. ¿Qué me apiadé de mi sobrino? Eso fue verdad. Desafortunadamente hay veces en que por no faltar uno a la piedad, puede volverse despiadado. Ese fue mi caso. Compadecido del niño le interné en un Colegio (dizque para que recibiera una robusta, firme y vigorosa educación) sin importarme un comino los sentimientos de su madre y hasta cometí el error de prohibir a la sufrida mujer visitar a su hijo; pensaba que así mi sobrino no recibiría perjuicios de ninguna especie y podría ser alguien más tarde, llegar a ser un gran señor, etc."

"El camino que conduce al abismo está empedrado de buenas intenciones. ¿Verdad? Así es.¡Cuántas veces, queriendo uno hacer el bien, hace el mal! Mis intenciones eran buenas pero el procedimiento equivocado; sin embargo, yo creía firmemente que estaba haciendo lo correcto. Mi hermana sufría demasiado por la ausencia de su hijo, no podía verle en el colegio, le estaba prohibido".

"A todas luces resaltaba que hubo de mi parte, amor para mi sobrino y crueldad para mi hermana; sin embargo, yo creía que ayudando al hijo ayudaba también a su madre.
Afortunadamente dentro de cada uno de nosotros, en esas regiones íntimas donde falta amor, surge por encanto el policía del Karma, el Kaom. No es posible huir de los agentes del Karma, dentro de cada uno de nosotros está el policía que inevitablemente nos conduce ante los tribunales".

"Han pasado ya muchos siglos, desde aquélla época; todos los personajes de aquel drama envejecimos y morimos. Empero, la ley de RECURRENCIA es terrible, y todo se repite tal como sucedió, agregándole sus consecuencias".

"Siglo XX. Nos hemos reencontrado todos los actores de esa escena. Todo ha sido repetido en cierta forma, pero es claro, con sus consecuencias. Esta vez tuve que ser yo el repudiado por la familia, así es la ley. Mi hermana se encontró de nuevo con su marido; a mí no me pesa haberme vuelto a unir a mi antigua esposa sacerdotisa conocida con el nombre de Litelantes. El sobrino aquel tan amado y discutido, renació esta vez con cuerpo femenino; es una niña muy hermosa por cierto; su rostro parece una noche deliciosa y en sus ojos resplandecen las estrellas."

"En un tiempo cualquiera, no importa la fecha, vivíamos cerca del mar; la niña, (el antiguo sobrino), no podía jugar, estaba gravemente enferma, tenía una infección intestinal. El caso era muy delicado, varios niños de su edad murieron en aquélla época por la misma causa. ¿Por qué habría de ser mi hija una excepción? Los numerosos remedios que se le aplicaron, fueron francamente inútiles; en el rostro infantil ya comenzaba a dibujarse con horror ese perfil inconfundible de la muerte. A todas luces resaltaba el fracaso, el caso estaba perdido y no me quedaba más remedio que visitar al Dragon de la Ley, a ese genio terrible del karma cuyo nombre es Anubis".

"Afortunadamente ¡Gracias a Dios! Litelantes y yo, sabemos viajar conscientemente y positivamente en cuerpo astral. Así pues, presentarnos juntos en el palacio del gran arconte, en el universo paralelo de la quinta dimensión, no era para nosotros un problema. Aquél templo del karma resulta impresionable majestuoso, grandioso. Allí estaba el jerarca, sentado en su trono, imponente, terriblemente divino; cualquiera se espantaría de verlo oficiar con esa máscara sagrada de chacal, tal como aparece en muchos relieves del antiguo Egipto Faraónico".

"Al fin se me dio la oportunidad de hablarle y es claro que no la dejé pasar tan fácilmente: Tú tienes una deuda conmigo -le dije-, ¿Cuál? Me replicó como asombrado. Entonces plenamente satisfecho le presenté a un hombre que en otro tiempo fue perverso demonio; me refiero a Astaroth el Gran Duque. Este era un hijo perdido para el Padre -continué diciéndole- y sin embargo, le salvé, le mostré la senda de la luz, le saqué de la logia negra, ahora es discípulo de la blanca hermandad, y tú no me habéis pagado esa deuda".

"El caso era que aquella niña debía morir de acuerdo a la Ley y que su alma debía penetrar en el vientre de mi hermana para formarse un nuevo cuerpo físico. Así lo entendía y por ello fue que añadí -pido que vaya Aztaroth al vientre de mí hermana en vez del alma de mi hija. La respuesta solemne del jerarca fue definitiva: 'Concedido, que vaya Astaroth al vientre de tu hermana y que tu hija sea sana'. Sobra decir que aquella niña (mi antiguo sobrino), fue sanada milagrosamente y mi hermana concibió entonces a un niño varón. Tenía con que pagar esa deuda, contaba con el capital cósmico. La Ley del Karma no es una mecánica ciega, como suponen muchos seudo-esoteristas y seudo-ocultistas".

"Como estaban las cosas, resulta evidente y fácil de comprender que con la muerte posible de mi hija, tendría que sentir el mismo dolor del desprendimiento, aquella amargura que en épocas antiguas sentía mi hermana por la pérdida de su hijo".

"Así, mediante la gran Ley quedaría compensado el daño, se repetirían escenas semejantes, pero esta vez la víctima sería Yo mismo. Afortunadamente el Karma es negociable, no es esa mecánica ciega de los Astrólogos y Quirománticos de feria. Tuve capital cósmico y pagué esa deuda vieja; así, gracias a Dios, me fue posible evitar la amargura que me aguardaba."

Otro caso:


En esa vida, el vehículo físico del Maestro Samael estuvo reencarnado en Austria, en la corte de los Habsburgo, una de sus hermanas se casó con un plebeyo, por esto fue despreciada por su familia.

En esa época, el cuerpo físico del Maestro Samael tomó la decisión, lleno de "buenas intenciones", de educar al niño, o sea, su sobrino, separándolo de su madre y sin permitirle que lo pudiera visitar. Por todo esto la madre sufrió muchísimo y lloraba y lloraba.

En esa época y después de un tiempo, todos los personajes de esa familia y que formaron parte de ese drama humano, envejecieron y murieron. Después de muchos siglos todo se volvió a repetir tal como sucedió, más las consecuencias, y en virtud de la Ley de la Recurrencia y del Karma, todos los personajes volvieron a nacer y nuevamente se reencontraron. La hermana, vino de hermana del Maestro Samael y nuevamente se volvió a casar con el mismo esposo que tuvo en Austria. Samael nuevamente se casó con su esposa Litelantes.

En aquella época en Austria, la hermana fue repudiada por la familia y en esta vida, Víctor Manuel Gómez, nombre del cuerpo físico de Samael, también fue repudiado por la familia y le tocó irse de su casa por los maltratos de su padre y de su madrastra, que no le permitían ir a ver a su madre, de la que se había separado. Hizo sufrir y ahora sufrió. Prohibió a su hermana en esa reencarnación en Austria que viera a su hijo y ahora no le permitían ir a ver a su madre. Comprenderemos ahora al divino Cristo cuando nos enseña: "No hagáis a otros lo que no quisieran que hicieren con vosotros".

Años más tarde, Víctor Manuel Gómez se casó nuevamente con Litelantes y con sus pequeños hijos se fue a vivir a Ciénaga, Colombia, en una casa muy humilde y cerca del mar. Viviendo allí, uno de sus pequeños hijos enfermó gravemente. Varios niños habían muerto por la misma causa y en la hija del Maestro Samael se dibujaba el rostro inconfundible de la muerte. El caso estaba perdido y la niña habría de morir por Ley del Karma.



Samael y su esposa Litelantes salieron juntos en cuerpo astral y se presentaron ante el Gran Genio del Karma, es decir, el Maestro Anubis. Resulta que el Samael con la enseñanza de su sabiduria del alma logró que un perverso demonio llamado Aztaroth se retirará de la Logia Negra y entrara en la blanca hermandad y con base en esto, negoció con el Maestro Anubis para que su hija no muriera, fue aceptado el negocio y la hija sanó "milagrosamente".

Recordemos que el karma se puede pagar con dolor, pero también con amor.

En esta vida y gracias a la divulgación de estos mensajes, he logrado negociar karmas terribles que me hubieran hecho hasta desencarnar. ¡Cuan maravilloso es este capital cósmico para pagar y salir bien en los negocios!.

Para finalizar, los invito a comprobar estas leyes y divulgar en forma masiva estas enseñanzas sobre toda la faz de la tierra.

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